La odisea de educar en Font de la Pólvora
- Ariadna Reina Garcia
- 9 sept 2018
- 11 Min. de lectura

El trabajo cooperativo en Font de la Pólvora, uno de los barrios más desfavorecidos de Girona, es imprescindible para garantizar el éxito educativo de sus alumnos
Son las cinco de la tarde, en la calle, un grupo de madres y padres esperan a que sus hijos salgan de clase. Suena el timbre de salida, y un arsenal de niños baja corriendo las escaleras tatareando “volando voy, volando vengo” de Camarón. En el despacho de dirección, la directora del centro explica a una de las madres que su hijo ha tirado una botella llena de agua en la cabeza de otro alumno. Así acaba un nuevo día en la escuela Font de la Pólvora de Girona, catalogada como centro de máxima complejidad.
Font de la Pólvora es uno de los barrios con más mala fama de Girona, asociado hace años con el tráfico de drogas y la delincuencia. Una gran elevación sobre el rio Onyar corona la distancia del conocido “Pirulí”, y margina el barrio con el resto de la ciudad. Sin embargo, la frontera que separa ambos territorios es también psicológica, y esta es mucho más resistente e impenetrable.
“Font de la Pólvora no deja de ser un gueto, y un gueto siempre marca. Allí donde nazcas, donde vivas, siempre te marcará, si no eliminamos estas fronteras y se trabaja la integración de barrios es muy complicado” asegura Sandra Bagudanch, educadora social del Centro Cívico Onyar. Sandra lleva cinco años trabajando en los servicios sociales que se encargan del sector Este de Girona, formado por los barrios de Vila-Roja, Sant Daniel, La Creueta, Sagrada Familia y Font de la Pólvora. A todos ellos, se les conoce como barrios problemáticos y los medios de comunicación no ayudan a mejorar su condición marginal. En especial el barrio de Font de la Pólvora, ya que los periodistas solo lo utilizan como diana para todo tipo de acusaciones, y cada paso que se da para mejorar su condición social se borra cuando aparece una noticia en el apartado de sucesos. Esto la comunidad educativa de todo el Sector Este de Girona también lo vive y lo sufre. En concreto, la escuela Font de la Pólvora es uno de los centros más afectados.
El 100% del alumnado de la escuela Font de la Pólvora es de etnia gitana. La mayoría provienen de Portugal o de otras localidades del estado español. Los 17 docentes que trabajan en el centro, junto con una técnica de integración social (TIS), una auxiliar de educación social y una promotora escolar, suman esfuerzos diariamente para fomentar el éxito educativo de los 107 alumnos que tienen en el centro. Junto con los otros centros educativos del sector se lleva a cabo un importante trabajo en red. Se trabaja a partir de un Plan de Entorno Comunitario donde todas las entidades, agentes sociales y escuelas del sector tienen su espacio repartido por diferentes comisiones.
Currículum académico adaptado
Al ser un centro de máxima complejidad el currículum de la escuela está adaptado para que todos los alumnos, tengan el nivel y el ritmo que tengan, consoliden los aprendizajes correspondientes a su edad. “Con tal de optimizar al máximo los recursos, se intenta trabajar cooperativamente y llevando a cabo un aprendizaje lo más manipulativo y vivencial posible” señala Pilar Marco, directora de la escuela Font de la Pólvora. Sin embargo, esto no acaba de lograr que todos los alumnos asuman el nivel correspondiente a su edad. Por ello, semanalmente viene una psicopedagoga del Departamento de enseñanza (EAP), para realizar observación y derivación de los alumnos que presentan más dificultades.
Desde dirección, se intenta adaptar todas las actividades a las necesidades del centro. El día el día en la escuela Font de la Pólvora es distinto al de cualquier otro centro de la ciudad de Girona, pero como señala Sandra Bagudanch “no podemos comparar la escuela de Font de la Pólvora con una del centro de la ciudad, pero igual que no podemos comparar la de un pueblo rural a la de una ciudad. Son realidades distintas y por lo tanto el currículum académico también es distinto”.
Por otro lado, la gestión de las emociones y el trabajo de valores son pilares fundamentales del programa académico. Un día a la semana viene un psicólogo que atiende a los niños que son derivados por la escuela, para poder trabajar aspectos emocionales. Además, tanto los servicios sociales como la escuela conocen todos los casos más complicados, cosa que facilita el trabajo en red.
Sin embargo, todo lo que se logra a lo largo del curso con aquellos alumnos que han asistido a la escuela, se pierde al llegar las vacaciones de verano. “La verdad es que cuesta mucho volver a empezar después de unas largas vacaciones ya que olvidan fácilmente lo aprendido en el curso anterior y es necesario dedicar un tiempo a recordar los aprendizajes ya trabajados. La mayoría de nuestros alumnos no suelen hacer deberes ni repaso durante las vacaciones y hay que volver a empezar”, apunta Pilar Marco. Dentro del plan comunitario y con tal de evitar que los alumnos del barrio aprovechen los tres meses de verano, las entidades coordinadas por los servicios sociales también organizan casales durante el mes de junio y julio.
Otra de las grandes problemáticas a las que se enfrenta la escuela es la elevada desocupación de las familias. Esto es un factor que les marca y condiciona continuamente. Desde la secretaría del centro educativo, reconocen que tienen una gran dificultad a la hora de cobrar el importe del material escolar (que es mínima). Algunas de las familias creen que la escuela tiene la obligación de suministrar tanto libros como libretas a sus hijos. “Todo esto en conjunto supone un déficit importante en el presupuesto del centro y también en el hecho de no poder tener una buena dotación en nuevas tecnologías y no poder hacer todas las actividades que quisiéramos”, afirma Pilar Marco. Esto es otro de los obstáculos que dificulta la enseñanza en el centro, y que afecta, en parte, a que algunos de los profesores y educadores sociales no pidan la escuela de Font de la Pólvora para ir a trabajar.
En todo el Sector Este de Girona en general hay un constante cambio de profesional. En los servicios sociales los educadores no tienen plaza fija, y esto genera mucho cambio de personal en poco tiempo. En la escuela sucede lo mismo, los profesores interinos suelen estar tan solo un año en el centro y luego se marchan. Esto es un factor negativo, ya que como señala Marco, “por la tipología de alumnado es necesario y básico tener un claustro estable con un perfil determinado que conozca el contexto en el que viven los alumnos y sea capaz de crear un vínculo con ellos para así poder trabajar en todos los ámbitos”.
Al tratarse de un trabajo en red, un cambio de personal en cualquiera de los distintos ámbitos de trabajo (escuela, servicios sociales) afecta al conjunto. “Es imposible recoger unos resultados si no hay una estabilidad, los profesionales deberían venir aquí para formar parte de un proyecto que mejore la condición social del barrio. El tracto aquí es muy humano y esto engancha, tanto para lo bueno como para lo malo” asegura Sandra Bagudanch.
Sin embargo, esta tarea no es fácil, puesto que los profesionales que trabajan en la escuela de Font de la Pólvora se tienen que enfrentar continuamente a los problemas conductuales de algunos alumnos, a la poca implicación en la educación de sus hijos/as de algunas familias, y al elevado índice de absentismo.
Absentismo escolar: el principal problema
“El elevado índice de absentismo es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos para llevar a cabo nuestro trabajo, en el centro existe un absentismo esporádico y otro crónico que es difícil de solucionar” sentencia Pilar Marco. La directora del centro asegura que la falta de compromiso hacia la escuela por parte de las familias dificulta notablemente que se puedan corregir los casos crónicos de absentismo.
Esto se debe principalmente a que gran parte del alumnado es de etnia gitana-portuguesa, cuyas familias son feriantes y esto implica que en época de ferias se lleven a los niños. “Muchos padres no se implican en la educación de sus hijos, no dan importancia al hecho de aprender para poder labrarse un buen futuro y eso no ayuda mucho a la hora de inculcar a los alumnos que deben venir a la escuela” afirma Marco.
La familia gitana, especialmente la madre, suele ser muy protectora y el hecho de dejar a los niños en la escuela lo viven como un abandonamiento. Sin embargo, Marco asegura que también tienen muchas familias que ven importante que sus hijos aprendan y vayan cada día a la escuela, aunque esto se da en menos casos.
Con tal de corregir esta problemática la Generalitat de Cataluña financia desde 2009 un programa de promoción escolar que se enmarca en el plan integral del pueblo gitano en Cataluña. Este proyecto se emplea en las escuelas de diferentes barrios catalanes donde hay una presencia importante de alumnos de etnia gitana.
El programa “Promoción escolar” pretende compensar las desigualdades que ha sufrido el colectivo gitano y facilitar su integración y promoción social. En este proyecto interviene la escuela, los servicios sociales y las entidades que trabajan en el territorio. La Fundación Pere Closa es la encargada de llevar a cabo la asistencia en los centros y de formar a los promotores escolares. Todos estos agentes intentan hacer este trabajo en red, por tal de conseguir la escolarización plena del alumnado gitano, de concienciar a los padres de la importancia que tiene llevar a los niños a la escuela y de que sean constantes en el proceso educativo.
Una de las piezas determinantes para hacer este seguimiento es la figura de la promotora escolar, una persona que vive en el barrio y es una figura referente y respetada por todos. Esta es la faena que realiza Nicolasa Zapata, aunque todos la conocen como “Nico”. Zapata se encarga de informar a las familias sobre los periodos de preinscripción, de mediar entre el centro y los padres, de acompañar en diversas actividades junto con la tutora, y sobre todo del Programa de Acompañamiento Escolar. “Con ella ha mejorado bastante la comunicación con las familias, facilitando el intercambio de información, así como el trabajo del absentismo escolar. La verdad es que forma parte de nuestra plantilla y es una figura imprescindible en el centro” afirma Marco.
Nicolasa realiza su trabajo tanto en las otras dos escuelas de sector, Sagrada Familia y el CEIP Vila-Roja, como en los centros de secundaria. Aunque el trabajo es mucho más intenso y seguido en la escuela de Font de la Pólvora, debido a la gran presencia de alumnado gitano.
No obstante, todos los centros educativos del sector trabajan conjuntamente de manera inclusiva, acogedora y abierta con la intención de que las familias valoren cada vez más la importancia que tiene la escuela. Dentro de este trabajo comunitario en red, los servicios sociales de sector también forman parte.
El papel de los servicios sociales
Los educadores trabajan diariamente para corregir los casos con más absentismo y con una situación familiar preocupante. Los servicios sociales intervienen cuando hay un caso muy conflictivo que no se puede solucionar desde la escuela. “Cuando hay un caso preocupante el primer trabajo es en la escuela, la escuela es el eje, si la familiar valora la escuela y el conflicto se puede solucionar desde la tutoría, nosotros no tenemos que intervenir” señala Sandra Bagudanch, la educadora social.
En todo el Sector Este, los servicios sociales no asumen únicamente el papel de control, como sí sucede en el resto de barrios de Girona. Para estos tipos de barrios, donde existe una importante segregación social, los educadores se encargan tanto de la parte comunitaria y de trabajo en red, como de la programación de actividades y talleres.
Con tal de lograr una mayor cohesión, los servicios sociales del barrio y el centro cívico Onyar están integrados. “A nivel de centro cívico intentamos hacer una programación atractiva para que tanto la gente del barrio como la de fuera pueda venir, pero cuesta mucho lograr la interacción con el resto de comunidad” asegura Sandra.
Y es que Font de la Pólvora no deja de ser un lugar estigmatizado. Sin embargo, hay una intensa apuesta por mejorar el barrio. “Aquí hay una situación contextual que marca, se tiene que mirar todo de forma global, por eso nuestra faena es también programar y por eso también se evocan recursos” señala Sandra.
Para llevar a cabo esta programación, cuentan con tren entidades que trabajan en el territorio: Càritas, AS y ADIS. Estas organizan la gran mayoría de proyectos, aunque gran parte de estos están coordinados por los servicios sociales. Les tres entidades también trabajan continuamente para la escuela. La entidad AS, por ejemplo, se encarga de la dinamización de las AMPAS. “Con la excusa de que haya un AMPA lo que se intenta es que las familias vayan a la escuela, que participen en las actividades, que realmente haya vida para que la valoren y como consecuencia los niños asistan”, defiende Sandra.
Las distintas entidades también organizan actividades lúdicas. Al salir de la escuela, por ejemplo, dan clases de iniciación al deporte (futbol principalmente) y zumba. En el centro cívico, fuera del horario escolar se ofrecen 32 plazas para que los niños y niñas de quinto y sexto de primaria puedan ir dos días a la semana a hacer los deberes con ayuda de voluntarios. Desde la escuela, seleccionan a aquellos alumnos que presentan más dificultades para estudiar, y a partir de aquí los servicios sociales priorizan los casos.
Por otro lado, el barrio también cuenta con un Centro Abierto. Se trata de un servicio socioeducativo fuera del horario escolar que ofrece la cartera de servicios sociales en municipios con más de 20000 habitantes. “Aquí en Font le llaman el casal, pero va más allá. Hacemos un trabajo más intensivo con la familia y el niño. Servicios sociales nos propone un caso que pueda ser de centro abierto y tanto nosotros como la escuela valoramos. Todo se decide de forma conjunta”, explica Roger, educador social del Centro Abierto Infantil.
Sin embargo, Sandra Bagudanch reconoce que esto no llega a todas las familias y que en barrios como Font de la Pólvora el trabajo para acceder a estas familias es el vínculo y la relación a pie de calle. La relación con la gente del barrio y la confianza son claves fundamentales. Esta proximidad también está presenta en la escuela.
“Yo califico la relación como bastante buena, sí que es verdad que algunas veces hay conflictos con algunos padres que no aceptan la sanción impuesta a sus hijos o que no están de acuerdo con algunas cosas, pero diría que esto pasa en todos los sitios” opina Pilar Marco, la directora del centro. Marco reconoce que en pocas ocasiones han recibido a algún padre o madre que haya venido de manera bastante agresiva. En estos casos, asegura que el papel de Nicolasa, la promotora, y de la dirección ha sido imprescindible.
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Sin cambios inmediatos
En suma, en Font de la Pólvora se hace un gran trabajo en todos los niveles, aunque todos los profesionales que trabajan en el territorio reconocen que, aunque se destinen recursos, siempre hace falta más. Todos coinciden que el problema es cómo se optimizan estos recursos, e insisten en que el mayor problema es que el barrio, y por lo tanto la escuela, esté aislado del resto de la ciudad. “Sería importante que todos entendieran que, aunque el centro escolar esté ubicado en un entorno desfavorecido, nuestros alumnos tienen que tener las mismas oportunidades que el resto de niños de la ciudad” señala Pilar Marco.
Tanto a la escuela como a los servicios sociales del barrio les resulta complicado contabilizar los cambios y mejores que se han hecho a lo largo de los años. En el ámbito social, es difícil apreciar cambios inmediatos. Sandra, la educadora social, cree que en el barrio se trabaja para las generaciones futuras, y que los cambios se aprecian a lo largo de los años. Pese a eso, hay una serie de cambios que no está al alcance ni de los servicios sociales ni de la escuela. Se trata de aquellos que van arraigados a la cultura gitana. Cambios estructurales que la población gitana no quiere cambiar. “Como profesionales no podemos venir aquí e imponer nuestra autoridad moral, ellos piensan diferente a nosotros y cambiar depende de qué costumbres no está en nuestras manos”, explica Sandra. Su objetivo como educadora social es acabar con la exclusión social y la segregación del barrio, pero no pretende en ningún caso acabar con la cultura gitana.
La escuela tampoco lo pretende, y por ello en todas las actividades incluidas en el currículum académico se tiene presente la diversidad cultural de esta comunidad. De hecho, el logotipo de la escuela es la rueda que representa la bandera del pueblo gitano. Se trata pues, de un continuo trabajo en equipo, donde la escuela, los agentes sociales y las administraciones publicas trabajan diariamente para mejorar la condición social del barrio y garantizar el éxito educativo de los alumnos.
Todo suma y todo esfuerzo es válido para mejorar la educación en una escuela marcada por la condición social de un barrio totalmente aislado del centro de la ciudad. Un lugar donde todavía hoy en día persisten determinados estereotipos y prejuicios, motivados por el desconocimiento hacia la comunidad gitana que son una fuente incuestionable de exclusión social de este pueblo.
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