Cáncer y emociones: ¿otra conexión a valorar?
- Ariadna Reina Garcia
- 3 jul 2018
- 8 Min. de lectura
Los desajustes emocionales afectan directamente en nuestro organismo. Lo que sentimos y como nos sentimos puede ir más allá de un mal estar momentáneo. Pero, ¿hasta qué punto un altibajo emocional puede afectar directamente a nuestra salud desencadenando una enfermedad como el cáncer?

Ariadna Reina García
17 de DIC 2017
El estilo de vida de la sociedad actual tiende a generar un desajuste emocional en algunas personas. El estrés, la falta de sueño, la constante exposición a toxinas medioambientales y las largas jornadas laborales son entre muchos otros algunos de los factores que nos separan cada vez más de nuestro cuerpo y, como consecuencia, nos produce una importante desconexión con nuestras emociones.
Cuando no reconocemos nuestras emociones, no las dejamos que salgan y nos alejamos de ellas, estamos en presencia de emociones reprimidas. Los expertos aseguran que también debemos prestar atención a este tipo de señales, puesto que pueden afectar directamente a nuestro organismo.
Nuestro cuerpo opera de forma sincronizada, y aunque parezca que nuestras ideas, pensamientos y emociones son solo mentales, en realidad no existirían sin el soporte físico del cuerpo. Sin las hormonas, ni los neurotransmisores, o las lágrimas que se desprenden para apaciguar el sufrimiento, no tendríamos emociones.
Ahora bien, ¿Las consecuencias fisiológicas que puede generar un desajuste emocional son siempre las mismas? ¿Afecta de la misma manera a una persona que a otra? ¿Pueden llegar incluso a desencadenar enfermedades? Concretamente, ¿pueden los desajustes emocionales causar cáncer?
Reducir esa temerosa enfermedad solo a las emociones es algo difícil de afirmar. Decir a los pacientes que han vivido o padecen cáncer que su enfermedad tiene que ver únicamente con un desajuste emocional del cual ellos son responsables, puede ser mal recibido en ciertas ocasiones.
Sin embargo, la medicina moderna cada vez es más consciente de que gran parte de las enfermedades no se deben solamente a causas genéticas. La medicina actual reconoce cada vez más lo importante que es el control de las emociones para tratar el cáncer, pero únicamente cuando la enfermedad ya ha sido diagnosticada.
El cáncer y su relación emocional
Una vez aparece el cáncer, los desajustes emocionales juegan un papel fundamental, ya que condicionan en cómo se afrontan los conflictos. Sin embargo, la medicina moderna occidental todavía no ha identificado los conflictos emocionales como los principales culpables del origen de un cáncer.
En otras culturas sí que piensan que las emociones son el principal origen de que se desencadene cualquier tipo de cáncer. La medicina china, por ejemplo, atribuye la causa principal del cáncer a los desajustes emocionales, como resultado de las respuestas mentales del paciente a factores externos.
En el artículo “Adaptación al cáncer: ansiedad y sufrimiento” publicado por el Instituto Nacional del Cáncer, aparecen los estudios del médico chino Sun Binyan, que en su libro “Cancer Traetment and Prevention” señala que gran parte de las personas con cáncer padece de una “supresión de las emociones”. Esto es, que la estimulación emocional negativa de los pacientes de cáncer provoca su recaída en la enfermedad.
En nuestra cultura occidental, a lo largo de los años también se han postulado algunas teorías, basadas en estudios empíricamente probados, que muestran como los cambios emocionales, como el miedo, la preocupación, la duda o el nerviosismo, pueden estar vinculadas con el cáncer.
El médico alemán Ryke Geerd Hamer postuló en 1981 que lo que llamamos cáncer es un proceso biológico natural, que nuestro organismo pone en marcha como resultado de un shock traumático inesperado. Según Hamer el origen del conflicto impacta de una manera u otra en un área determinada del cerebro, provocando la ruptura del campo electrofisiológico, cosa que altera el órgano afectado que esa parte del cerebro regula. Hamer llegó a relacionar el tipo de conflictos emocionales con el tipo de cáncer que se manifiesta. Esta teoría sobre la etiología del cáncer ha quedado anulada, puesto que contradice muchos de los principios de la medicina moderna.
La ciencia moderna entiende que una enfermedad como el cáncer es un fenómeno causal, cuyo origen está en una serie de antecedentes. Los hábitos diarios de las personas, las interacciones entre el individuo y el medio ambiente, los elementos contaminantes, los componentes genéticos, la dieta y el estrés, son entre muchos otros, algunos de los factores que pueden ocasionar cáncer. Sin embargo, la medicina moderna también afirma que, una vez que esta enfermedad se ha diagnosticado, el estado emocional de los pacientes puede tener altibajos.
Francisco Gil, director de la Dirección Transversal de Psicooncología del Instituto Catalán de Oncología (ICO), considera que los altibajos emocionales no pueden desencadenar cáncer sin que existan otros factores. Sin embargo, señala que el estrés psicológico y físico puede aumentar o disminuir el tamaño de los extremos de los cromosomas, conocidos como telomeros. “El tamaño de los telomeros, o la actividad de la encima de la telomerasa, está relacionado con aumento de riesgo de desarrollar cáncer o recaída de cáncer. El estrés psicológico también puede aumentar otros marcadores biológicos como el cortisol”, señala.
Estrés psicológico y cáncer
Bien es sabido que el estrés afecta al sistema inmunológico, y a nuestro sistema de defensa. Sin embargo, y como señala Gil, “el estrés psicológico, o cualquier síntoma psicológico no provoca el cáncer, pero puede mediar para que nuestro sistema inmune este más débil, o reducir la actividad de la encima de la telomerasa”.
Por lo tanto, aunque el estrés pueda ocasionar problemas físicos de salud, hasta el momento, no existe una fuerte evidencia que demuestre que pueda generar cáncer. Ciertos estudios han señalado que existe una relación entre los factores psicológicos y el riesgo de cáncer, pero posteriormente estos han sido cuestionados y refutados por otras investigaciones.
En 2010 un grupo de investigadores chinos y estadounidenses demostraron científicamente por primera vez que sí existe una relación directa entre el cáncer y el estrés. En su estudio, que se publicó en la revista científica Nature, los autores afirman que las células que quedan afectadas por el estrés pueden expulsar una serie de señales que incitan a que se generen tumores que afectan a las células sanas.
Hasta antes del estudio, se sospechaba que el estrés podía provocar inflamaciones crónicas que están asociadas con el aumento de los tumores en enfermos de cáncer. Aún y sin evidencia científica, algunos expertos argumentaban que sí existía una relación directa entre las emociones negativas, las hormonas del estrés, las inflamaciones y el cáncer.
Sin embargo, esta afirmación todavía no había sido probada. Por ello, el profesor Tian Xu, de la University School of Medicine de Connecticut, máximo responsable de la investigación, decidió estudiar la actividad de dos genes mutantes que provocan cánceres. Uno de ellos es el RAS, que está relacionado con un 30% de los casos de esta enfermedad, y el otro es un gen conocido como “garabato”, que cuando se presenta de forma defectuosa puede acentuar el desarrollo del cáncer.
El estudio se realizó con moscas de la fruta, ya que estas tienen ambas mutaciones genéticas, también presentes en los humanos. Los investigadores observaron que una célula que tan solo tiene el RAS mutante puede originar un tumor maligno si se implica una célula próxima con un “garabato” defectuoso.
En definitiva, se descubrió que el estrés era el factor determinante que unía a ambas células. Esto es, porque las células víctimas del estrés pueden emitir señales que inducen las células sanas próximas a generar tumores. Estas señales serían unas proteínas marcadores, llamadas cicotines, que se trasladan de célula a célula. Así pues, el estudio señaló que es más probable que las mutaciones se generen en varias células distintas que tan solo en una.
Sin embargo, las relaciones aparentes entre el estrés psicológico y el cáncer se pueden manifestar de diversas maneras. Es por ello, que todavía no se puede hacer una afirmación clara de la relación directa entre el cáncer y el estrés.
Por lo tanto, tanto el estudio de Tian Xu, como muchos otros que se han realizado, indican que el estrés psicológico puede facilitar la capacidad que tiene un tumor maligno para crecer. Pero en ningún caso, sin que intervengan otros factores. Como señala Daniel Rivera, profesor de Motivación y Emoción de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona, “el estrés puede predisponer la aparición del cáncer, ya que debilita el sistema inmune, pero deben concurrir más factores”.
Los factores pueden ser ambientales, genéticos, o saludables, ya que como afirma Francisco Gil, “la gente con estrés puede adoptar ciertos hábitos, como fumar, comer en exceso o beber alcohol, lo cual aumenta el riesgo de la persona de padecer cáncer o bien, alguien con un familiar que tiene cáncer su riego de padecer cáncer es mayor debido a un factor hereditario compartido de riesgo, no por el estrés resultante del diagnóstico del familiar”.
Estado de ánimo, depresión y cáncer
Las preocupaciones, la depresión y el bajo estado de ánimo son también amigos incondicionales del cáncer. Una vez diagnosticada esta enfermedad numerosas personan presentan una depresión. El tratamiento de quimioterapia puede llevar al paciente a no sentirse bien anímicamente, cosa que puede acentuar todavía más el estado depresivo. Los expertos señalan que es fundamental no dejar que la depresión evolucione, ya que ataca directamente a la recuperación favorable del paciente.
Por ello, y como señala Andrés García Palomo, jefe de Oncología del Hospital Universitario de León, en un artículo publicado por DiariodeLeon.es, “el tratamiento contra la enfermedad ya no es sólo cuestión de fármacos. La artillería pesada para luchar contra las mutaciones genéticas -que no hereditarias- está en las huertas y en la actitud ante la vida”.
Para ello, cada vez más, pacientes y especialistas complementan otro tipo de terapias con los fármacos de última generación. La psicoterapia, por ejemplo, es una experiencia transformadora entre el terapeuta y su paciente cada vez más utilizada, que trata de llevar al paciente de cáncer a sentirse bien emocionalmente.
Francisco Gil, afirma que la Piscología Positiva es una herramienta cada vez más utilizada en enfermos de cáncer, puesto que esta resignifica la experiencia de cáncer, como una oportunidad para cambiar y valorar más la vida. Sin embargo, reitera en el hecho de que esta terapia debe de complementarse necesariamente con el tratamiento clínico.
“Este tipo de terapia se centra en las capacidades del individuo, como el optimismo, el sentido, el compromiso, el coraje, la compasión, la autocompasión, entre otros elementos o constructos, pero no son tratamientos para curar el cáncer”, asegura Gil.
Todas las afirmaciones sobre tratamientos para curar el cáncer que se hagan sin contar con respaldo científico que lo demuestre son peligrosas, porque como señala Daniel Rivera, “pueden derivar a abusos por parte de charlatanes vendedores de remedios milagrosos que en realidad no sirven para nada, haciendo que la víctima del engaño se gaste sumas considerables de dinero creyendo en falsas modas”.
En suma, lo que queda claro hasta el momento es que todavía no existe una evidencia sólida de que el estrés, la depresión, o los desajustes emocionales afecten directamente a que se produzca un cáncer. Los métodos químicos y de radiación tradicionales siguen siendo esenciales para la posible cura de esta enfermedad.
Aun así, para el cáncer o cualquier otra enfermedad, debemos aceptar que nuestra actitud y nuestro contenido emocional afectan notablemente en nuestro organismo, ya sea empeorando o favoreciendo su cura. El optimismo y las ganas de vivir son también indispensables para sobrellevar mejor cualquier situación. Por ello, los enfermos de cáncer deben tratar de gestionar sus emociones con tal de evitar un mayor desgaste tanto a nivel psicológico como fisiológico.
Tiene cáncer, ¿y ahora qué?
Una vez recibida la inesperada noticia el apoyo social y emocional a los pacientes de cáncer puede sumarse al tratamiento clínico, puesto que esto les ayuda a aprender a sobrellevar la situación. Los expertos aconsejan numerosos métodos de apoyo que puede reducir los niveles de ansiedad y de depresión originados por la enfermedad.
El seguimiento psicológico del paciente y de sus seres queridos, la terapia de conversación, las sesiones de educación sobre el cáncer, el ejercicio, el apoyo social en un entorno en grupo, la relajación y la mediación son métodos esenciales que complementan los tratamientos clínicos y ayudan al paciente a enfrentar mejor la enfermedad.
De hecho, varios estudios científicos han demostrado, que las personas que utilizan distintas estrategias eficaces de superación, como la relajación o la mediación entre otras, aprenden a hacer más llevadera la enfermedad y soportan mejor las secuelas que dejan los tratamientos clínicos. Los expertos aseguran que el control y la gestión de las emociones es esencial para superar cualquier enfermedad.
En suma, los oncólogos y psicólogos expertos en estos ámbitos recomiendan cada vez más que todos los enfermos de cáncer se hagan exámenes de detección, para evaluar si sufren angustia al iniciarse el tratamiento. Esto es, con el objetivo de derivar a terapias psicológicas complementarias, para reducir el sufrimiento y mejorar el estado de ánimo del paciente.
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